Corrupción negra, blanca y gris

enrique barreraEnrique Barrera Beitia

La corrupción es variada y se confunde con otras prácticas  delictivas como el robo.  A mi entender, hay tres tipos de corrupción:

Una es la corrupción «negra», que a su vez, abarca dos variantes. Por un lado, el  cohecho o soborno. Todos sabemos lo que significa y tenemos ejemplos lacerantes. Los expertos ofrecen varias causas, de las que particularmente comparto dos:

*  Las aportaciones privadas a la financiación de los partidos políticos, que admiten el anonimato de los donantes, una puerta para que individuos o empresas obtengan favores.

*   El tradicionalmente escaso  interés de los españoles por la política, reflejado en una visión cínica del poder, en la hegemonía televisiva como medio informativo y en un bajísimo nivel de lectura. Es muy significativo que coincidiendo con un mayor interés por la política, se haya acelerado el proceso de investigación y enjuiciamiento de casos por todos conocidos.

La segunda variante de corrupción negra es la coacción con abuso de poder, consistente en pagar gratificaciones a funcionarios en cuestiones cotidianas, como obtener un permiso, elegir escuela o ser atendido en un centro de salud. Estos «pequeños detalles» para «acelerar» trámites, conforman una corrupción generalizada a pequeña escala que los anglosajones llaman petty corruption y que en España, afortunadamente, se ha erradicado con la Democracia, hasta el punto de que en los rankings mundiales que la miden, nos situamos al nivel de los países nórdicos. Lejos de los chistes de Forges, nuestros funcionarios cumplen adecuadamente con sus obligaciones y la burocracia no tiene nada que ver con épocas pasadas.

La segunda corrupción es la que denominamos «gris» y en nuestro país se conoce como «las puertas giratorias». Son cargos importantes que una vez que cesas en su actividad política, fichan por  empresas pertenecientes al sector económico al que han regulado. Por lo tanto, se da un indeseable conflicto de intereses porque es fácil suponer que dichas contrataciones son el pago diferido por haber «regulado adecuadamente» el sector.

Finalmente, tendríamos la denominada a corrupción «blanca», más conocida como corruptela. Son pequeñas deslealtades con la administración o la empresa para la que se trabaja, como por ejemplo hacer llamadas telefónicas privadas desde un teléfono oficial o laboral, prolongar inadecuadamente la media hora del bocadillo o llevarse material de la empresa a casa. Esta corrupción blanca o corruptela, es considerada leve y no se trata con la severidad de las anteriores a la hora de elaborar los estudios sobre los índices de corrupción.

Hablando precisamente de estos estudios, el más importante es el Índice de Percepción de la Corrupción, elaborado por Transparencia Internacional, una ONG fundada en 1993 con sede en Berlín y que promueve medidas contra crímenes corporativos y contra la corrupción política en el ámbito internacional. En España trabaja a través de la Fundación José Ortega y Gasset y su primer trabajo, realizado en el año 2000, situaba a España en el puesto 20 sobre un total de  90 países, con 7,0 puntos sobre 10.

En el trabajo del año 2005, España ocupó el puesto 23 sobre un total de 158 estados, manteniendo la nota. Pero en ese momento, la corrupción dejó de ser un  elemento de preocupación entre los españoles, ocupando el puesto 17 de un total de 30 problemas y el resultado, coincidiendo con el boom inmobiliario, fue un retroceso hasta el puesto 37 del ranking con un 6 de nota. Esto fue en 2013, sobre una muestra ampliada a 174 países.

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