El parricida permanente

manuel molaresManuel Molares do Val-(molares@yahoo.es-cronicasbarbaras.es)
Si todavía hubiera ciegos cantando coplas sobre los crímenes más horribles compondrían una sobre “El Monstruo de Moraña”, con la historia de David Oubel, el acusado de degollar con una sierra mecánica a sus dos hijas de cuatro y nueve años en ese pueblo pontevedrés de 4.400 habitantes.

La copla hablaría de una novedad en el Código Penal: estos asesinatos permitirán pedir por primera vez la “prisión permanente revisable” que entró en vigor el 1 de junio tras ser aprobada solamente con los votos del PP.

PSOE e IU denunciaron esa enmienda como una aberración contraria al Art. 25.2 de la Constitución, que declara: “Las penas privativas de libertad y las medidas de seguridad estarán orientadas hacia la reeducación y reinserción social”. 

Pedro Sánchez promete retirar esa pena si gobierna. Pero ya había aprobado el 2 de febrero un acuerdo con Mariano Rajoy para luchar contra el yihadismo que incluye la prisión permanente revisable porque, aunque no figura en el texto, remite al Código Penal que recogió esa pena aplicable ahora al “Monstruo de Moraña”. 

El innegable apoyo popular a ese castigo se debe a que la Constitución, nacida durante la biempensante inocencia posfranquista, no preveía que hubiera criminales imposibles de reinsertar.

Pero en los últimos años fueron apareciendo monstruos que se ensañaron con niñas, como los asesinos de Sandra Palo, Marta del Castillo y Mari Luz Cortés.

Lo sorprendente es que la penúltima reforma del Código Penal ya imponía una prisión permanente, sumando dos penas de 20 años, hasta 40 años, y la nueva figura permite revisar esa suma a los 25 y los 30 años de cárcel.

Aunque las palabras “prisión permanente revisable” parecen erróneamente mayor castigo, la sociedad, que sigue siendo ingenua y biempensante, se queda más satisfecha así.

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