Joaquín Gutiérrez de Rubalcava y Casal, Medina y Varela, nació en Ferrol el día 19 de marzo de 1803 reinando Carlos IV.
Su padre Alejo Gutiérrez Rubalcava y Medina era Caballero de la Orden Militar de Santiago.
Entró de guardiamarina en su ciudad natal el 13 de noviembre de 1819, época de Fernando VII y embarcó sucesivamente en las corbetas “Fama” (que se fue a pique en la entrada de Cádiz en 1820), “María Isabel” y “Ninfa”; en la goleta “Belona” y en el bergantín “Vengador”.
Ascendió a Alférez de Fragata en 1821. Nombrado Alférez de Navío en 1825 mandó la corbeta “Liberal”, “La Mahonesa” y otros buques.
Marchó a Lima y embarcó en el navío “Asia” con cuyo buque asistió a varios combates distinguiéndose en el que sostuvieron dicho navío y otros tres buques contra las fragatas “Panamá”, “Prueba” y seis navíos más peruanos en aguas de Chiloé el 7 de octubre de 1842. Terminada la guerra hizo varias expediciones y mandó con acierto algunos buques, entre otros la corbeta “Villa de Bilbao”.
Después de servir algún tiempo en el Ministerio de la Marina obtuvo el mando de la corbeta “Bilbao” en 1846 y dos años más tarde fue nombrado Capitán del Puerto de La Habana, reinando Isabel II.
Un acto heroico
El 5 de febrero de 1850 prestó a la humanidad un señalado servicio. Hallábase en La Habana mandando el pontón “Teresa” y en medio de un temporal montó en un pequeño bote y se lanzó en socorro del bergantín inglés “Gulf-Strem” que desarbolado corría el inminente peligro de hacerse pedazos entre las rompientes. Un golpe de mar anegó el bote y Rubalcaba hubiera perecido sin la decisión y valor de un marinero que le condujo a la vecina playa, pero lejos de desistir de su empresa subió el arrojado capitán a otro bote y en esta ocasión más felñiz llegó hasta el buque naufragado y tuvo el placer en premio de su heroísmo de salvar a toda la tripulación.
En 1846 y 1848 fue diputado a Cortes, ministro de Marina con Lorenzo Artazola en 1868. Al dimitir este gabinete ascendió a Teniente General. Durante el periodo revolucionario quedó cesante de todos sus cargos pero fue repuesto al producirse la Restauración ascendiendo entonces a Almirante. Fue el XXVII Capitán General de la Armada. En 1876 se le concedió el título de Marqués de Rubalcava y el puesto de Senador por derecho propio.
En su época era considerado uno de los más ilustrados de la Armada y universalmente querido por sus excelentes cualidades personales. En 1852 ascendió a Brigadier y fue Comandante General de la División Naval del Mediterráneo en 1853; Director del Depósito Hidrográfico en 1854; vocal de la Junta del Mapa Geográfico de España; Mayor general de la Armada en 1856; Comandante General de Artillería e Infantería de Marina y Jefe de la Escuadra en 1857.
Fue nombrado Capitán General del Departamento de Cartagena en 1859 e interinado de Cádiz y un año después Comandante General del Apostadero de La Habana. Presidente de la Junta Consultiva de la Armada en 1863; Ministro de Marina y Consejero de Estado y Presidente de la sección de Ultramar de este Cuerpo en 1868. Todo ello durante el reinado de Isabel II.
“Prestaré juramento como acto de obediencia”
Tras la revolución de setiembre de 1868 que obligó a dejar el trono a Isabel II Rubalcaba dimitió de su cargo de Consejero de Estado y solicitó separarse del Cuerpo donde había prestado tantos relevantes servicios a España durante 49 años. Cuando en 1871 recibió el traslado de la Orden Ministerial para prestar juramento de fidelidad al rey Amadeo I (1870-72) contestó con una comunicación tan digna como respetuosa en la que entre otras cosas decía
“Hay en la rectitud de mi conciencia, de la cual yo mismo no soy dueño como nadie lo ees de la suya, un sentimiento de repugnancia a prestar el juramento de que se trata , que me obliga a dirigirme a V.E. exponiéndole que, si la renuncia de mis empleos, grados, condecoraciones, distinciones y cuanto he obtenido en mis 50 años de servicio fuese bastante para líbrame de esa violencia de mi conciencia, que no me es dado dominar, yo ofrecería gustoso y desde ahora a V.E. aquella renuncia , quedaría tranquilo mi espíritu; pero si V.E. no lo estima , ni encuentra otro medio de evitarme el juramento que me pide, yo lo prestaré como un acto de obediencia y no en otro concepto”.
Estas frase, tan respetuosas como firmes, revelan mejor que nada si se tiene en cuenta el época en la que fueron escritas, el carácter honrado, leal y caballeroso del Almirante .
Conocidos son los hechos posteriores a la Restauración de la Monarquía. El 26 de enero de 1875, reinando Alfonso XII, Rubalcava recobró su plaza en el Consejo de Estado como Presidente de la sección de Guerra y Marina; el 24 de agosto fue promovido al empleo de Almirante supernumerario y el 16 de octubre, por el fallecimiento de Juan José Martínez de Espinosa, ocupó el número de reglamento de tan elevada clase. El 20 de noviembre tomó posesión de la Presidencia del Consejo Supremo de la Armada.
Estaba condecorado con grandes cruces de la real y Militar Orden de San Hermenegildo, de Isabel la Católica, de Carlos III, blanca y roja del Mérito Naval, de Diadema Real de la marina, de san Benito de Avis (Portugal) y el “Dragón volante” del Imperio de Aran.
El día 4 de febrero de 1878 el Rey Alfonso XII le concedió el título del reino con denominación de Marqués de Rubalcava.
Murió en Madrid el 13 de abril de 1881, soltero, a los 78 años en su casa de la calle de la Puebla, 11.
En el título le sucedió su hermana María Teresa como II Marquesa, también nacida en Ferrol el 29 de julio de 1809.