( J.R.Pin).- Ahora que los españoles, y en particular los madrileños, sufrimos las movilizaciones y huelgas de todo tipo es hora de reflexionar sobre el sistema sindical ¿Es adecuado a la situación social y económica de la España del siglo XXI?
De todas las reformas que quedan por hacer en la economía de este país, la más importante, la más urgente y la más imposible es la Reforma Sindical. El modelo que se plasmó en la transición ha quedado obsoleto, es ineficiente, daña a la economía y a los propios sindicatos. El análisis de su funcionamiento, su comparación con otros países occidentales y su resultado en la imagen del sindicalismo piden a gritos cambiar ese modelo. Los sindicatos, junto con los Partidos Políticos, son de las instituciones con peor imagen del país.
Trabajar para el inglés
Siendo Concejal de Personal del Ayuntamiento de Madrid un sindicalista me dijo: en realidad yo trabajo para todos los empleados, sean o no afiliados al sindicato; si consigo un aumento salarial repercute en todos; entonces para qué se van a afiliar; por qué van a pagar la cuota sindical; van a tener todas las ventajas tanto si son afiliados, como si no; estoy trabajando para el inglés… Tenía toda la razón. Con el sistema español los trabajadores votan a sus representantes dentro de las empresas, como si fueran elecciones políticas. Tampoco los electores políticos tienen que estar afiliados a un determinado partido.
Este sistema es el que justifica que los sindicatos mayoritarios españoles reciban subvenciones con cargo a los Presupuestos Generales del Estado. Como trabajan para los que son afiliados y para los que no, tienen derecho a que les paguemos todos los contribuyentes. Fue el acuerdo tácito de la transición. En realidad fue sustituir el Sindicato Vertical franquista, financiado de por todos, por otros horizontales, de clase, pero también financiados en gran parte por todos.
El sistema en otras democracias es diferente. Las empresas no tienen que estar sindicadas. Pero, si por referéndum interno los trabajadores de una compañía deciden tener un representante sindical, todos quedan encuadrados en el sindicato y, por supuesto, pagan su cuota. Cuando se negocia el convenio es para todos los trabajadores, porque todos son afiliados a su sindicato. Sindicato que vive de las cuotas sus afiliados.
En España son los liberados sindicales de la empresa los que negocian los convenios, aunque asesorados por los aparatos sindicales si lo necesitan. En el otro modelo es un experto, técnico del sindicato, el que negocia en contacto con los trabajadores.
En las huelgas españolas solo cobran los liberados
Otra diferencia es la financiación de las huelgas. En España cuando un trabajador está en huelga deja de cobrar. En otros países los sindicatos tienen una “Caja de Resistencia”. Una parte de las cuotas se ingresa en unos fondos de inversión que sirven para pagar un porcentaje del salario cuando el trabajador está en huelga.
En el caso español la huelga se hace a costa de los salarios de los trabajadores. Su duración depende del aguante de estos. Lo paradójico es que los únicos que siguen cobrando son los liberados sindicales, porque ellos si están haciendo su trabajo. Cuando hay Caja de Resistencia son los directivos de los sindicatos los que deciden su duración, porque se están jugando los dineros de todos los afiliados.
La resistencia al cambio es de los cuadros sindicales, no de los afiliados
¿Si tan lógico es realizar una Reforma Sindical por qué no hacerla? Porque habría que hacerla de acuerdo con los sindicatos y hay miedo a lo desconocido entre los cuadros sindicales. Depender de las cuotas de los afiliados supondría tener unas bases exigentes, probablemente mucho más moderadas que las actuales al ampliarse a todos los trabajadores de cada empresa sindicada ¿Serían elegidos los mismos dirigentes que ahora? El miedo a lo desconocido es siempre la resistencia más importante para el cambio. Nadie quiere salir de su zona de confort.
Claro está que la reforma habría que hacerla de manera gradual. Los Presupuestos Generales del Estado seguirán financiando aunque disminuyendo progresivamente hasta que en diez años los sindicatos dependan solo de las cuotas de los afiliados. Eso, además de ser más racional, mejoraría la imagen de los sindicatos, les haría más eficaces y eficientes y serían auténticamente independientes.
Incluso se podría hablar de copiar la ley de Cogestión Alemana para las grandes empresas, que tan buenos resultados ha dado en ese país. En virtud de ella tanto en el Consejo de Administración, como en el de Vigilancia, que controla al anterior, hay presencia sindical. Además, los sindicatos en Alemania están presentes en ambos órganos porque, además, son accionistas vía inversión de las Cajas de Resistencia y los Fondos de Pensiones que gestionan.
Todo un nuevo sistema sindical que sería mejor para los trabajadores, las empresas, la economía y los ciudadanos en general. Y, por supuesto, para los propios sindicatos.
¡Ah! También hay que dejar de financiar a través de los Presupuestos a la CEOE ¿Por qué financiar con los impuestos de todos, las estructuras de los empresarios?