En el Día del Carmen

Mensaje del obispo de Mondoñedo-Ferrol con motivo de la solemnidad de Nuestra Señora del Carmen / Día de las Gentes del Mar 2025.

«Al acercarse el 16 de julio, solemnidad de Nuestra Señora del Carmen, nuestro corazón se llena  de alegría y gratitud al contemplar a María como Estrella del Mar y protectora de tantos  creyentes que la rezan constantemente en la tribulación.

Especialmente las gentes del mar, un  mundo tan diverso y plural, que la mira e implora con devoción singular. Durante estos días no  son pocos los lugares de nuestra geografía en los que será procesionada y engalanada en los  barcos con los rituales de bendición y plegaria. 

María se convierte siempre en guía y esperanza. Como los obispos españoles decimos en el  mensaje para esta Jornada de las Gentes del Mar, “vosotros, que conocéis de cerca la  incertidumbre de las travesías, la fuerza de las mareas y la fragilidad de la vida en el mar,  sabéis también lo que significa confiar en una presencia que acompaña, protege y sostiene”.

Así  se manifiesta en las imágenes que presiden los puestos importantes de vuestros barcos, los ritos  de entrada y de salida en algunos de nuestros puertos, los nombres que elegís para vuestros  hijos, los ritos que aprendisteis de vuestros mayores y muchas otras formas de pertenencia y  devoción. La religiosidad marinera es muy especial y hace que María sea para vosotros “faro  en la noche, estrella que guía a los navegantes, consuelo en la soledad y fortaleza en la  dificultades, regazo tierno de amparo y compañía en la distancia”. 

La vida en el mar es una escuela de fortaleza, donde se fraguan inmensos desafíos. Con  profundo cariño y gratitud, me vienen a la memoria los encuentros que he tenido durante la  visita pastoral con mariscadores y cofradías de pescadores. Son muchos los retos en el mundo  del mar que me habéis contado y que tenéis que afrontar vosotros y vuestras familias. Retos y  desafíos varios que van desde la lejanía de sus seres queridos a la dureza física y mental del  trabajo, la incertidumbre de las condiciones meteorológicas, las regulaciones y los mercados, la  precariedad laboral en un sector tan volátil, y el riesgo inherente a cada jornada. A veces, la  soledad a bordo y la falta de apoyo en tripulaciones multiculturales pueden hacer que la  travesía sea aún más pesada.

En estas condiciones no son infrecuentes situaciones complejas de  salud mental y desarraigo social. Los problemas se agravan ante la falta de reemplazo y las  cuestiones referidas a la gestión responsable de los recursos pesqueros y naturales para el  cuidado de la casa común. Ante todas estas cuestiones tenemos que estar atentos toda la  sociedad, especialmente las administraciones públicas. También como Iglesia queremos vivirlos  con vosotros, acompañarlos e iluminarlos. 

Y en medio de estas realidades complejas, la devoción a la Virgen del Carmen no es una simple  tradición, sino un auténtico refugio. Para las gentes del mar, ella es el faro que disipa la  oscuridad, la presencia maternal que acompaña en la tempestad y la intercesora poderosa ante  Dios. La Virgen del Carmen es su Estrella del Mar, la que les da un sentido de orientación cuando todo parece incierto. En ella encuentran no solo protección, sino también un ejemplo de  fe inquebrantable que les anima a perseverar. Ella, que estuvo al pie de la cruz, acoge vuestro  dolor y nos abre a la esperanza. 

Me gustaría animaros en este día a renovar especialmente esta virtud. Si hay una que adorna al  marinero es la esperanza de volver a tierra firme. Que también nosotros cultivemos y no  perdamos la “esperanza que no defrauda” y de la que está tan necesitado nuestro mundo. La  esperanza de sabernos siempre en travesía hacia una meta, con María a nuestro lado. 

Seamos también portadores de esperanza para todos, especialmente a las gentes del mar. Su  trabajo es vital para nuestra sociedad, y su esfuerzo merece nuestro reconocimiento y apoyo.  Nuestras oraciones y nuestras acciones concretas de solidaridad pueden ser ese soplo de  esperanza que necesitan para continuar su travesía. En ese sentido, me gustaría que la  presencia de un futuro centro “Stella Maris” en nuestra diócesis, promovido por la delegación de  Pastoral del Mar, con voluntariado y agentes preparados, sea signo concreto de esperanza  para las gentes del mar, mostrando una Iglesia que acoge y se preocupa de las necesidades de  toda persona y contribuye así a la acogida, escucha y evangelización. 

Felicidades en esta fiesta de la Virgen del Carmen. Que la devoción a nuestra Madre nos  impulse a una esperanza activa, que se traduzca en amor fraterno y en la construcción de un  mundo más justo y solidario». 

Vuestro hermano y amigo

Fernando García Cadiñanos 

Obispo de Mondoñedo-Ferrol

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