(El confidencial-José Antonio Navas)-Nadie se atreve a decirlo en público, pero todo hace indicar que el quinto gasero contratado por Navantia hace año y medio a instancias del Gobierno terminará varado en el dique seco de los astilleros públicos. La tensión entre los distintos agentes involucrados en la operación alcanza a la SEPI, como líder inicial del proyecto, además de CaixaBank en su condición de entidad financiadora y al propio armador, la empresa noruega Knutsen. Precisamente ha sido esta última compañía multinacional la encargada de romper el hielo con una carta remitida a los ministros de Hacienda, Cristóbal Montoro, y de Industria, José Manuel Soria, en la que de forma elegante pero muy clara pone de manifiesto el despropósito de la situación creada.
La misiva de Knutsen, remitida también a los embajadores respectivos de España y Noruega, evidencia la preocupación ante el retraso per sécula seculórum que está sufriendo la construcción del barco metanero que, en su día, fue proclamado como una solución de emergencia para la fábrica de Navantia en Puerto Real (Cádiz). Medios oficiales han admitido el deseo expreso del armador por defender su reputación empresarial ante el estrepitoso fracaso de una operación cuya responsabilidad se imputa plenamente a Navantia. La compañía de la SEPI parece ahora más directamente interesada en otro tipo de contratos que compensen la pérdida operativa que genera el desarrollo del gasero destinado a Gas Natural Fenosa.
La incapacidad de la empresa pública para presentar sobre la mesa una oferta competitiva ha sido el caballo de batalla que ha presidido las negociaciones desde que el Ministerio de Industria hizo valer su peso político para que Knutsen garantizase una ‘solución española’ al llamado quinto gasero. Los cuatro anteriores habían sido contratados por el armador noruego y por la empresa Elcano a astilleros de Corea y Japón, provocando un serio malestar por parte del Gobierno al quedarse Navantia fuera de un ‘pastel’ que se presumía definitivo para la viabilidad de los astilleros estatales.
A la quinta iba la vencida o, eso se suponía, pero el caso es que el contrato sigue a día de hoy sin firmar. Las explicaciones aportadas por Knutsen al Gobierno subrayan el desarrollo de la agenda emprendida en los últimos meses después de una serie de reuniones al más alto nivel con el presidente de Navantia, José Manuel Revuelta, y en las que también participó el director del gabinete del ministro de Hacienda, Felipe Martínez Rico. A partir de entonces se decidió que Navantia asumiese la dirección del proyecto que hasta entonces correspondía a la SEPI.
El pasado mes de mayo, y una vez que Navantia tomó el liderazgo, se pactó un nuevo y definitivo calendario de trabajo con los representantes de Knutsen, CaixaBank y la propia Gas Natural. La hoja de ruta identificaba la fecha del 30 de junio como límite para la firma del acuerdo, pero unas semanas antes los responsables de los astilleros se descolgaron reclamando una especie de ‘tiempo muerto’ antes de perfeccionar definitivamente los contratos. Desde entonces no ha habido ningún avance ni noticia al respecto, lo que induce a pensar que Navantia no tiene ahora mayor interés en reactivar la operación.
La compañía estatal prefiere cambiar su estrategia comercial con la contratación de tres petroleros, dos asegurados con Cepsa y otro en ciernes de Repsol, que van a ser encargados a la naviera Ondimar, integrada en el grupo Ibaizabal fundado en 1861 por el primer marqués de Bérriz, Eduardo Aznar de la Sota. Navantia tiene negociaciones avanzadas con Ondimar para llevar a cabo acto seguido un proyecto de construcción en España, sustentado con tecnología de la multinacional coreana Daewoo. La empresa española se encargaría exclusivamente del ensamblaje en una especie de ‘operación mecano’ como es denominada en medios industriales, pero el objetivo ahora no es otro que asegurar una carga de trabajo que mantenga la expectativa de actividad del astillero en un momento de especial tensión ante las próximas elecciones generales.
TRES PETROLEROS POR UN METANERO
Los tres petroleros vendrían a sustituir dentro de la cartera de pedidos al metanero de Gas Natural, que es un barco mucho más sofisticado y de mayor valor añadido pero también de una elevada complejidad que Navantia no parece dispuesta a asumir desde el punto de vista de la viabilidad del proyecto. A modo comparativo baste señalar que el gasero proporciona 2,3 millones de horas de trabajo y cuesta 220 millones de euros mientras que cada petrolero aporta 750.000 horas y supone una inversión de algo más de 60 millones.
Para los ministros de Hacienda y de Industria, que se implicaron directamente en el asunto, el cambio de rumbo supone un importante fiasco ya que la operación pierde todo el componente tecnológico que permitía a la industria nacional situarse en vanguardia dentro de un segmento de actividad cargado de perspectivas de negocio en nuestro país. Las principales empresas energéticas están abordando ahora diversos programas de contratación de gaseros que generan un mercado potencial para las grandes navieras y empresas de astilleros mundiales. España puede perder una oportunidad histórica, aunque lo cierto es que las cuentas del contrato con Gas Natural no salen por ningún lado y los máximos responsables de la compañía estatal habían llegado incluso a explorar una subcontratación, también en ‘plan mecano’, con Hyundai, otro de los grandes líderes coreanos del mercado naval. Al final ni por esas ya que, por lo que se ve, Navantia prefiere dejar morir el proyecto antes que perder la vida en el intento.