Alonso López, marino,matemático e ingeniero.Una figura del liberalismo gallego

alonso lopez-2José Alonso López y Nobal, nació en Ferrol el 2 de diciembre de 1763 en una casa cercana al Crucero de Canido, en la calle que hoy lleva su nombre y murió en la misma ciudad en 1824. Marino, matemático e ingeniero gallego que fue, sin duda, para algunos, el político liberal gallego más destacado de los de las primeras décadas del siglo XIX.

Su formación estuvo marcada por la apertura y renovación científica en la segunda mitad del siglo XVIII, promovida en España por el rey Carlos III. Después de cursar Humanidades y hacer estudios náuticos elementales, ingresó en la Armada en 1786 como piloto.

Cuando se produce el levantamiento en Galicia contra la invasión francesa, aquel hombre oscuro y desconocido, en sus propias palabras, sale de esa oscuridad, formando parte de la Junta local de Ferrol, además de desempeñar, desde 1801, el cargo de comandante interino de ingenieros de las fortificaciones de la ría.

En el verano de 1810 es nombrado diputado a Cortes en representación de la Junta Superior de subsidios, armamento y defensa de Galicia. En las Cortes extraordinarias de Cádiz, en las que estuvo presente desde su apertura hasta su clausura, se reveló como el más activo y liberal de los diputados gallegos, e incluso como uno de los más radicales del Congreso Nacional.

Finalizadas las Cortes de Cádiz, Alonso López volvió a su antiguo cargo de comisario de caminos, donde continuó tras la vuelta de Fernando VII y la restauración del absolutismo. Durante la Década Ominosa.

alonso lopez 5Su formación

La formación de Alonso López estuvo marcada por la apertura y la renovación científica que tuvo lugar en la España del siglo XVIII. Los gobiernos borbónicos realizaron importantes reformas en la Marina militar española que incidieron en el desarrollo experimentado por Ferrol como sede del Departamento Marítimo del Norte (construcción de astilleros, creación de la Academia de Guardias Marinas …).

La Compañía y Academia de Guardias Mariñas, creadas en Cádiz en 1717, fueron una pieza básica en los primeros pasos institucionales de la política de los Borbones y pretendían atender las necesidades de formación de una oficialidad instruida en consonancia con las nuevas exigencias de la navegación y de la guerra.

Pero la Academia no sólo proporcionó oficiales a la Armada, sino que constituyó un complejo científico. La creación en Ferrol de la Real Compañía de Guardias Marinas en 1776 ayudó a impulsar la actividad del Departamento y favoreció que acudieran a la ciudad pilotos, astrónomos, matemáticos y otros especialistas, que la convirtieron, en un foco fundamental de la cultura científica de la Galicia del momento. La Academia ferrolana, como la de Cartagena, no consiguió la importancia de la gaditana, si bien mantuvo una docencia científica de cierto interés, especialmente comparándola con la existente en Galicia en ese período. Una de las muestras de su valioso cometido es el observatorio de que se dotó, el primero de una institución en Galicia.

Estudios

Después de cursar Humanidades y de realizar estudios elementales en una Escuela de Navegación -debía ser la Academia de Pilotos de Ferrol, que aun existía en 1801-, Alonso López inició su carrera profesional en la Armada, en la que ingresó en 1786 como piloto y llegó a alcanzar, en 1798, el grado de alférez de fragata.

En 1792 fue destinado al Observatorio Astronómico de la Academia de Guardias Marinas de Ferrol, en la que también ejerció como profesor de matemáticas y obtuvo la estima de sus superiores.

Como responsable del Observatorio Astronómico es más que probable que tuviera la oportunidad de saludar la Alexander von Humboldt cuando éste visitó la instalación en 1799 -Humboldt partió el 5 de junio de la Coruña para llevar a cabo la reseñable exploración científica en la América española, pero antes realizó un viaje en barco hasta Ferrol.

Fue designado por Francisco Vallejo, arzobispo de Santiago, para levantar, entre 1800 y 1801, el plano geográfico estadístico del Arzobispado de Santiago.

En 1803, Alonso López cesó en la Marina y pasó al Estado militar de España, con destino en el Reino de Galicia, al ser nombrado comisario de la Inspección General de Caminos, con categoría de comisario de Guerra honorario.

Un hombre centrado en su cometido profesional y científico

La imagen que tenemos de Alonso López hasta este momento es la de un hombre soltero, centrado en su cometido profesional y científico, y preocupado por la situación del país y de su familia. Balás y Silva dejó escrito que le asignó a su madre, viuda, la mitad de su salario, apoyó a su hermano Antonio hasta que entró en el cuerpo administrativo de la Armada y le pagó los estudios a otro su hermano, Juan, primero en Madrid y luego en París, y seguramente lo ayudó a que se colocara de director del Gabinete de Física y Química del Real Palacio.

Placa  en A Coruña (1912) (Fot JJBurgoa)
Placa en A Coruña (1912)
(Fot JJBurgoa)

De la ciencia a la política

En 1808 con la entrada de las tropas francesas en la ciudad y después de ser suspendido de empleo y sueldo y de negarse a acudir a Madrid a rendir homenaje al rey intruso, termina huyendo de Ferrol por temor a mayores represalias. En julio de 1809 fue nombrado por la Junta del Reino (de Galicia) ingeniero comandante de las fortificaciones de Ferrol y, en noviembre, enviado como comisionado al ejército inglés que estaba en Astorga al mando de sir David Baird, el que acompañó hasta que embarcó en A Coruña para Inglaterra.

A comienzos de 1810 es elegido vocal, por la provincia de Betanzos, de la Junta Superior de Subsidios, Armamento y Defensa de Galicia, de la que se convierte en uno de sus miembros más activos y destacados. En el verano de ese mismo año es nombrado diputado a Cortes en representación de la propia Junta. En las Cortes extraordinarias, en las que estuvo presente desde el día de su apertura (24 de septiembre de 1810) hasta el de su clausura (24 de septiembre de 1813), se reveló como el más activo y liberal de los diputados gallegos y, incluso segundo Blanco Valdés, como uno de los más radicales liberales del Congreso Nacional.

Finalizadas las Cortes de Cádiz, Alonso López volvió a ejercer como comisario de caminos, profesión en que continuó tras la vuelta de Fernando VII, la restauración del absolutismo y la derogación de la Constitución de 1812 -se sabe que en 1815 trabajaba en el Bierzo y que se jubiló con anterioridad la 1820. Durante esos seis años negros en la vida política del país, también se dedicó a escribir la que sería su gran obra, las Consideraciones generales. En 1820 participó en el levantamiento liberal de ese año y formó parte de la Junta Provisional de Ferrol, fue de nuevo elegido diputado a Cortes en la primera legislatura (1820-1821) y en la extraordinaria que tuvo lugar entre septiembre de 1821 y febrero de 1822.

(actual calle de Alonso López en Canido)
(actual calle de Alonso López en Canido)

El cura de la villa de Ferrol quemó gran parte de su obra

Terminado su cometido parlamentario, volvió Ferrol, donde aun ejerció como segundo alcalde. En su casa del alto de Canido lo describen Moya y Jiménez y Rey Joly, añadiendo una gota de literatura a los apuntes biográficos de Balás y Silva: “Retirado en su biblioteca, muy numerosa y escogida; y entregado a su afición por las artes y por la música en particular; pues tocaba con gusto y perfección seis o siete instrumentos”.

Lástima que la Historia no respetase esta imagen idílica. Aquel hombre que Rafael Comenge definió como “gran humanista, de aficiones volterianas, nutrido con las doctrinas enciclopédicas y un sí es no es descreído”, tuvo que sufrir de nuevo el restablecimiento del absolutismo tras la intervención de los Cien Mil Hijos de San Luís en 1823.

Emiliano Balás y Silva dejó escrito que “sufrió persecuciones y murió delirando con sus perseguidores […] su biblioteca fue bárbaramente saqueada y destruida en parte por el fanatismo del cura de la villa, quien, caliente aún él cadáver de Alonso, se presentó en la casa mortuoria conminando a la hermana política del ilustre finado a que se la franqueara, y quemando en el patio de la casa muchas obras científicas escritas en francés e inglés”.

Similar destino tuvo lo que restaba de la edición de las Consideraciones generales, que había autoeditado con sus propios cuartos: “hubo que ocultar los ejemplares de tan hermosa obra en casa de la bisabuela materna del que esto escribe, y venderlos al peso”.

En Ferrol y en su honor una calle de canido, donde él nació, lleva su nombre.

 

 

 

 

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