A pesar del cambio en la ley los expertos no prevén grandes movimientos por las exigencias de entrada de los posibles países de destino.
EE.UU, Canadá, España y México son los países a los que tradicionalmente más han emigrado los cubanos.
Cuba pondrá en vigor desde este lunes, la ansiada flexibilización migratoria que elimina restricciones para los viajes de los cubanos al exterior y para las visitas de emigrados, en una de las reformas de mayor calado de las emprendidas por el presidente Raúl Castro.
Tras décadas de restrictivos, draconianos y costosos trámites migratorios, a partir del 14 de enero los cubanos podrán viajar al exterior sólo con su pasaporte en regla y, si es el caso, con el visado correspondiente que exija el país de destino.
Y es que el Gobierno de la isla ha eliminado el durante años criticado «permiso de salida» o «tarjeta blanca» que hasta ahora era necesario obtener de las autoridades cubanas para salir del país, junto a otros documentos como la llamada «carta de invitación», que también se suprime.
Otra de las novedades es la ampliación del tiempo que un cubano puede permanecer en el extranjero que pasa de 11 a 24 meses sin necesidad de prórrogas. La nueva regulación quiere, además, «normalizar las relaciones de la emigración con su patria» y flexibiliza algunas condiciones para los cubanos que están en el exterior.
[pullquote]La bloguera opositora Yoani Sánchez, cuyas tentativas de viaje han sido negadas por las autoridades una veintena de veces, publicó esta semana varios mensajes expresando su incertidumbre en la red social Twitter[/pullquote]
Así, los que abandonaron definitivamente el país podrán viajar a la isla y permanecer durante 90 días sin prórrogas, un plazo que se amplía a 180 días si se trata de ciudadanos cubanos que tienen permiso de residencia en el exterior, conocido como «PRE».
La reforma migratoria cubana da también algunos pasos para permitir incluso la «entrada temporal» de emigrados que el Gobierno cubano consideró «ilegales», incluidos médicos y deportistas que desertaron o abandonaron el país en los años noventa.
No obstante, la nueva reforma migratoria mantiene aún limitaciones sobre los movimientos de los cubanos ya que las autoridades pueden denegar la concesión de un pasaporte por razones de «interés público», o de «defensa y seguridad nacional», entre los requisitos que se mencionan para obtener el documento. Por eso muchos temen, especialmente entre sectores de la disidencia, que ahora el «filtro» para poder salir del país sea la expedición o validación del pasaporte. Con el objetivo de defenderse del «robo de cerebros» formados por la Revolución, continúan algunas limitaciones para los viajes al extranjero de cuadros directivos, profesionales de la salud o la educación y atletas que sean «vitales» para el país para evitar la ‘fuga de cerebros’, y el Gobierno se reserva, en cualquier caso, la autoridad para aceptarlo o desecharlo.
Los bajos salarios reducen las opciones de viajar
Los cubanos afrontan otras dificultades como el precio de los billetes o la exigencia de visados por parte de España y Estados Unidos. Las posibilidades económicas de la inmensa mayoría de la población son muy limitadas, o nulas, y no podrán afrontar el coste del viaje.
Antonio Aja, director del Centro de Estudios Demográficos de la Universidad de La Habana y uno de los principales especialistas en temas migratorios de la isla, no prevé una estampida de viajes, pues los cubanos deben obtener visas y cumplir otros requisitos exigidos por los países de destino, además de contar con el dinero para pagar los trámites y el boleto aéreo.
«Estamos viviendo una era de migración, una era de migración selectiva, controlada y por tanto no podemos pensar que los cubanos vamos a ser la excepción», dijo Aja. Si bien el Gobierno cubano eliminó el irritante permiso de salida y la carta de invitación que había que presentar ante sus consulados en el exterior, la mayoría de los países mantiene exigencias para otorgar visas a los cubanos, entre ellas que alguien asuma formalmente la responsabilidad por la manutención del cubano.
El lunes «va a aumentar el número de solicitudes para obtener un pasaporte, quizás aumente el número de solicitudes de obtener visado ya sea de visita o temporal y también aumenten los niveles de selectividad a los análisis, la rigurosidad por parte de los países receptores», afirma.
Según los acuerdos migratorios vigentes de 1994-1995, Washington debe conceder a los cubanos 20.000 visas anuales.
Durante la administración de George Bush (2001-09), «la cifra de visas concedidas estuvo en esos años por debajo de lo acordado», dijo el académico Enrique Ubieta, en un artículo publicado en el diario oficial Granma, pero admitió que «solo a partir de la toma de posesión (…) de la administración (de Barack) Obama, se han expedido 20.000 visas al año según lo acordado».
Cuba mantiene convenios de excepción de visados con apenas una quincena de países, básicamente del antiguo bloque comunista y pequeñas islas del Caribe, pero «hacia ahí no va el emigrante cubano», destacó Aja.
«Los grandes flujos (migratorios) tienen que ver con elementos de tradición, de cadenas migratorias que atraen, con ventajas comparativas para insertarme ahí y no en otra parte, y también con el tratamiento que da el país receptor a los cubanos», añadió.
Por ello, los expertos pronostican que el flujo continuará hacia los destinos tradicionales de los cubanos: Estados Unidos, donde reside el 80% de ellos y tiene leyes que privilegian a los cubanos, a España, Canadá, México y otras naciones de América Latina y Europa.
Aún así, la crisis económica en España y otros países europeos parece ser un elemento disuasorio para la emigración. Los especialistas calculan que de los mas de 66.000 cubanos que adquirieron la ciudadanía española mediante la Ley de Memoria Histórica, menos del 50% emigró.
La nueva ley migratoria permite a los cubanos vivir en el exterior conservando sus derechos y propiedades en la isla, a diferencia de lo que ocurría antes, por lo que la categoría de «emigrante definitivo» desaparece en la práctica.
Con una población de 11,1 millones de habitantes que decrece y una emigración legal de unas 38.000 personas anuales, fundamentalmente entre 15 y 35 años, Cuba encara también un rápido envejecimiento de su población.
La legislación prevé igualmente el retorno de los emigrados bajo ciertas condiciones, fenómeno que ya comenzó a registrarse en los dos últimos años.
«Pero no necesariamente el retorno se puede manifestar de una forma voluminosa, explosiva», afirmó.
«Hay sencillamente los elementos comparativos, las ganancias comparativas hacia donde estoy, que tengo y si retorno que voy a tener y lógicamente Cuba es una sociedad con carencias importantes que por supuesto no necesariamente van a atraer a toda esa emigración de manera definitiva», explicó Aja.
El académico descarta éxodos o retornos dramáticos: «no perdamos de vista que estamos hablando de un fenómeno social, demográfico, particular, sociológico, político protagonizado por seres humanos que hacen un análisis del costo de la decisión y sobre esa base viene el comportamiento».