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Docentes del CRA y del CPI Atios viajaron a la ciudad italiana para conocer el modelo impulsado por el pedagogo Loris Malaguzzi y la sociedad civil, y que guio la reconstrucción de las escuelas tras la II Guerra Mundial
El proyecto internacional Erasmus brindó la oportunidad a docentes del CRA de Valdoviño y del CPI Atios de conocer recientemente el modelo educativo de Reggio Emilia, en Italia. Impulsado por el pedagogo Loris Malaguzzi, y con la absoluta complicidad de la sociedad civil, guio la reconstrucción de las escuelas de la ciudad tras la devastación provocada por la II Guerra Mundial y hoy constituye todo un referente en el ámbito de la educación en todo el mundo.
Según explica Lucía Leira, profesora de la escuela unitaria de Taraza y una de las docentes que participó de la experiencia, este modelo se asienta en tres pilares: los maestros como guías, los niños como actores principales de su propio aprendizaje a través del descubrimiento, y el espacio como elemento educador. De ahí la importancia del diseño de las escuelas, con espacios abiertos, luminosos, interconectados y con una plaza central para el encuentro de todo el alumnado.
Lucía añade que las 90 escuelas adheridas a este modelo con las que cuenta la ciudad siguen también la filosofía de los 100 lenguajes de niños, y trabaja sobre las 99 que considera que la sociedad les “roba” por defecto al centrarse en los conocimientos teóricos en detrimento de otros como el lenguaje corporal, teatro, expresión artística, baile… de ahí que cada aula cuente con un docente, un pedagogo y un artista que, en su atelier, potencia los talentos de los niños.
Además, explica que la conexión con la naturaleza es total, y se favorece el trabajo con material de descarte, una experiencia que, asegura, podría replicarse en la zona. En Reggio Emilia, industrias y fábricas ceden aquel material que sale con alguna tara o no cumple los estándares de calidad exigida, de modo que cada cierto tiempo es recogido por una empresa de transporte contratada por el Ayuntamiento para, posteriormente, repartirlo entre vecindario y centros educativos previo pago de una cuota. Una acción con la que se trabaja, y mucho, la sostenibilidad.
Para Lucía fue, sin duda, una de las mejores experiencias de aprendizaje con las que continuar trabajando en las aulas locales. Una iniciativa posible gracias al Centro de Formación del Profesorado CFR de Ferrol, que impulsa este tipo de programas entre los centros educativos de la zona.
