Parralo desviste un santo y no logra vestir al otro

Mateo Pintado Golpe.
Desvestir un santo para vestir a otro. Una expresión utilizada en nuestro vocabulario para hablar de cuando se resuelve un problema generando otro que previamente no existía. Al Racing le ha sucedido algo similar, aunque sin lograr resolver problema alguno, tan solo tratando de hacerlo.

En este inicio liguero se ha podido observar cómo al Racing le cuesta dar un paso hacia adelante para generar ocasiones ofensivas. En cambio, a nivel defensivo el equipo de Cristóbal Parralo se ha mostrado más sólido que nunca. En este último encuentro, los locales rompieron la tónica, y a pesar de no acabar de generar peligro real sobre el área del Mirandés, se vio como el equipo logró encadenar buenas posesiones en campo rival, recordando a lo que nos tenían acostumbrados la pasada campaña.

Aun así, ese avance generó que los departamentales viesen cómo perdían por completo la batalla del centro del campo a nivel defensivo facilitando que los jugadores de Alessio Lisci se plantasen en el área racinguista con muchísima facilidad poniendo así en apuros a una defensa local que se pasó gran parte de la segunda mitad
teniendo que achicar aguas.

Quizá el Racing, fruto de la desesperación de estar entre los únicos cuatro equipos que aún no han logrado sumar de tres en lo que va de competición, fue a por todo y pudo haberse quedado sin nada. Porque la realidad es que, a pesar de verse una evolución a lo largo de estos encuentros en cuanto al juego de un Racing que poco a poco va
generando automatismos y logrando sentirse cómodo con la posesión del balón, cuando llega la hora de ir a por el partido, el centro del campo se desajusta por completo y deja una vía libre en el interior facilitando a sus rivales la tarea de llegar al área departamental.

Puede que el equilibrio, cosa que se logró encontrar la pasada campaña, sea la clave de un Racing al que el otro día, en su intento por sacar una victoria, estuvo cerca de ver cómo se les escapaba un encuentro en el que, sobre el papel, eran favoritos.