El dermatólogo del Hospital Ribera Juan Cardona, Óscar Suárez, recomiendan una exposición progresiva y en horas del día donde el sol no incida con más fuerza para adaptar nuestra piel al sol durante las vacaciones y evitar no solo las dañinas quemaduras solares, sino problemas dermatológicos a largo plazo derivados de una inadecuada protección.
“Idealmente, la exposición solar debería ser progresiva para favorecer un ligero bronceado de la piel y evitar así las quemaduras solares, ya que éstas, especialmente si son repetidas, aumentan el riesgo de tener un cáncer de piel”, advierte el especialista.
“La fotoprotección tiene tres pilares siendo el más conocido el uso de los llamados fotoprotectores. Otros dos puntos muy relevantes son: evitar las horas centrales del día teniendo presente el tipo de piel que uno tiene (fototipo) y la fotoprotección física mediante el uso de sombrero /gorro, camisetas, o la sombra de un buen árbol, sombrilla o similar”.
El dermatólogo desmiente categóricamente la teoría del ‘callo solar’, una tendencia viral que trata de convencer a la población de que cuanto más tomes el sol, más resistente se hace tu piel a los rayos UV.
A la hora de elegir el fotoprotector adecuado, debemos tener en cuenta varios factores como la zona geográfica en la que nos encontremos, las condiciones climáticas y momento del día y tiempo que vamos a estar expuestos.
“Lo más importante es el factor de protección solar, conocido como SPF, por sus siglas en inglés “Solar Protection Factor”. En general se aconsejan los fotoprotectores con al menos un SPF de 30 e idealmente de 50. Además, dependiendo del tipo piel (grasa, seca, intolerante, etc) “es aconsejable seleccionar un tipo de fotoprotector específico para cada tipo de piel”, indica.
Por otra parte, aunque se incide mucho en el uso del fotoprotector, quizá se presta menos atención a realizar un uso adecuado: “lo ideal es aplicarlo antes de la realizar actividades al aire libre y renovar la aplicación cada 2 -3 horas. Los niños deben utilizar presentaciones pediátricas, que son más adecuadas para su tipo de piel, salvo los menores de 6 meses en los cuales no se aconseja su uso y debe evitarse toda exposición al sol”.
Aunque mucha gente asegura tener “alergia al sol”, en realidad, este es un término poco específico que no existe como diagnóstico. “Es un concepto bastante “genérico” que engloba varias entidades. La más frecuente es la denominada Erupción Polimorfa Lumínica. Consiste en una ‘alergia cutánea’ inducida por la exposición solar, que aparece generalmente al final de la primavera o al principio del verano, se localiza en zonas que durante el resto del año no están expuestas a la luz y tiende a repetir durante años, siempre en la misma época del año. Habitualmente son granos o vesículas, de pequeño tamaño, color rojo y que característicamente suelen picar. Según avanza el verano la piel se adapta a la luz y tiende a desaparecer. Se aconseja, para prevenir su aparición, que las primeras exposiciones sean cortas y con fotoprotector”, apunta el doctor Suárez.
Fármacos que aumentan la sensibilidad
La combinación de exposición solar y ciertos tratamientos farmacológicos puede provocar problemas en la piel, por lo que hay que ser cuidadoso y consultar con los especialistas en el momento de la prescripción o leyendo con detenimiento el prospecto.
“La fotosensibilidad es una reacción anormal a la exposición solar en las zonas expuestas a la luz al estar tomando un determinado medicamento. La lista de medicamentos que pueden producir fotosensibilidad es amplia, pero con algunos el riesgo es más alto (ejemplos serían la doxiciclina, un tratamiento oral de uso frecuente para el acné o la hidroclorotiazida un diurético). El punto más importante es ser conocedor de que esto puede ocurrir con alguno de los tratamientos que uno está tomando y en ese caso tomar las medidas de prevención mencionadas con anterioridad”, señala.
En caso de que se produzca una indeseada quemadura solar, lo más importante es evaluar el grado de afectación, analizando la extensión de las lesiones y el grado de las mismas,
“El tratamiento básico sería aplicar compresas de agua fría y crema hidratante. En casos moderados es habitual utilizar un corticoide tópico durante unos días. Si se forman ampollas sería aconsejable no romperlas y pincharlas para vaciar su contenido. En casos más severos podría ser necesario un corticoide oral y/o antiinflamatorio oral”, explica el dermatólogo. “En casos más graves, hay que acudir a un médico”.
Como recomendación general debemos cuidar nuestra piel todo el año, utilizando a diario hidratantes, así como productos de higiene que no resequen en exceso nuestra piel, además de fotoprotectores. Llegar al verano con una correcta hidratación puede evitar la aparición de manchas blancas en nuestro cuerpo, que en ocasiones son confundidas con hongos y que no son más que Pitiriasis Alba, zonas hipopigmentadas transitorias secundarias a zonas de sequedad.