El almirante retirado Jose Manuel Sanjurjo, director adjunto de Relaciones Institucionales de Navantia, ha defendido que la base industrial naval militar nacional es un bien estratégico que forma parte integral de la defensa, por lo que “mantener la viabilidad de esta base en España debería ser un objetivo estratégico nacional”.
En un amplio artículo publicado en la Revista General de Marina, el almirante Sanjurjo repasa los últimos 50 años de la industria naval militar española, habla de la complicada situación actual y propone algunas directrices para el mantenimiento de esta industria en el futuro.
Respecto a la evolución de la industria naval en las últimas cinco décadas, Sanjurjo habla de una “sorprendente evolución de nuestra construcción naval militar” que supuso que España pasara de ser una nación receptora de los buques de la denominada “ayuda americana” a ser un exportador competitivo de buques complejos de alta gama operativa.
“Durante este proceso evolutivo, el camino recorrido ha sido un éxito innegable, producto de mucho esfuerzo personal y también de la coincidencia de circunstancias excepcionales”, afirma el almirante, quien analiza en primer lugar el modelo de negocio utilizado en este proceso.
En este sentido, explica que la creciente complejidad de las unidades y las enormes inversiones necesarias para mantener al día los procesos constructivos requerían una especialización de los astilleros, ámbito en el que España estaba “en una situación ideal de partida” al contar con Bazán, “un conjunto de astilleros públicos con suficiente capacidad, experiencia y masa crítica para ser el motor industrial de la transformación”.
Tres pilares fundamentales
Sanjurjo enumera también los tres pilares fundamentales de este modelo de negocio: la Armada, como cliente principal y como regulador del mercado, ejerciendo un papel proactivo muy dinamizador a la hora de impulsar soluciones innovadoras y de introducir nuevas tecnologías; Navantia, como empresa que aglutina toda la capacidad de construcción naval militar —incluyendo a FABA como sistemista—, y el Convenio Ministerio de Defensa (MDD)/Navantia —inicialmente Marina/INI—, que, “con todos sus defectos y sus muchos detractores, supuso una herramienta fundamental para llevar a buen puerto los programas navales de construcción”.
Pero, en opinión del almirante, el modelo no quedaría totalmente explicado si no se hablara también “del innovador modelo de financiación que hizo posible la última fase de la evolución”: la llamada “financiación a la alemana” que se puso en marcha con el programa de la Fragata F-100 yque, vencidas las lógicas dificultades iniciales de implementar un procedimiento nuevo y complicado, “funcionó a la perfección”.
Tras repasar las fases que él denomina “autárquica” y “de ayuda de los Estados Unidos”, Sanjurjo pasa a hablar sobre la fase “Made in Spain”, que engloba desde el primer gran programa de construcción que se acomete en España –las fragatas DEG 7 de la clase Baleares– hasta la construcción de los buques Galicia y Castilla.
Finalmente, Sanjurjo se refiere a la “época de las innovaciones”, en la que se incluyen las fragatas F-100, los submarinos S-80 y los buques de proyección LHD, y que ha derivado en lo que él llama “boom de la exportación”.
Transformación del escenario de la construcción naval
Para acabar, el almirante habla de la “transformación radical del escenario de la construcción naval militar” y la necesidad de revisar el modelo de negocio y financiación para el futuro.
“El modelo que nos ha servido de base hasta ahora, ha comenzado a resquebrajarse y hay que asumir que, al menos en algunos aspectos, ya no es viable –señala-.
Urge encontrar otro nuevo que nos permita afrontar los importantes retos que se presentan ante nosotros, y que preserve lo conseguido durante estos años de esfuerzo, ya que la posición competitiva en los mercados internacionales es difícil de lograr y se pierde con facilidad”.
Añade que, hoy en día, la operatividad de una fuerza naval moderna es muy dependiente de la capacidad de su base industrial. “En el caso de España, sin una empresa naval –de la que lógicamente Navantia debe ser el elemento aglutinador– tecnológicamente avanzada, eficiente y económicamente viable no será posible disponer en el futuro de una Armada moderna y operativa”.
En este sentido, incide en que el tejido industrial naval nacional debería “retener y preservar la capacidad de diseñar, de contar con la tecnología más actual de producción y de construir e integrar los buques más avanzados”.
El almirante Sanjurjo finaliza su artículo subrayando que la salida de la crisis y el posicionarse para competir en este siglo “pasan necesariamente por un nuevo paradigma de modelo productivo y de negocio, basados en la revolución digital, lo que supone trasformar a los astilleros de industrias de la Era Industrial a industrias de la Era de la Información”.