(Extracto de la “Vida y obra de un emigrante ferrolano”, de J.J.Burgoa).-
Ramón Plá y Monge nació en Ferrol el 19 de octubre de 1823, en el número 42 de la calle del Sol, un típico caserón de dos plantas del siglo XVIII. El año 1984 el edificio fue derribado, construyéndose una nueva vivienda donde volvió a instalarse la lápida colocada el año 1923 por el Ayuntamiento ferrolano en la casa original para conmemorar el centenario del nacimiento del Marqués de Amboage. Hijo de Francisco Félix Plá Pulles y de Ramona Monge Amboage, fue bautizado en la iglesia parroquial de San Julián con los nombres de Ramón Pedro Francisco.
Aunque se escribió que Ramón Plá era de una familia humilde, las actividades comerciales familiares denotan una economía de cierta importancia. En la documentación del Archivo Municipal, relativa a los arbitrios de Comercio e Industria entre los años 1810 y 1840, aparecen los nombres de Francisco Plá con las coletillas de “mayor” y “menor” (para diferenciar a padre e hijo) en diversos listados, a veces juntos en la calle San Fernando y otras con negocios separados en las calles San Fernando y Real. Ambos Plá figuran como propietarios o comerciantes, dedicados al almacén y venta de vinos del País y de Málaga en cantidades de cierta entidad. Además, Francisco Félix Plá, padre del futuro marqués, aparece como armador matriculado en el puerto de Ferrol y consta en los libros de actas municipales como Diputado del Ayuntamiento de Ferrol durante los años 1834 y 1835.
EMIGRANTE A CUBA
Ramón Plá y Monge pasó su infancia en Ferrol, trasladándose muy joven a Cuba. Según la prensa de la época, realizó el viaje en un bergantín que hacía la ruta a La Habana, donde estaban sus hermanos mayores Aquilino, José y Antonio
Son pocos los datos relativos a la estancia de Ramón Plá en la isla de Cuba. Ramón Plá se estableció en La Habana, donde fue propietario de una ferretería y de una vivienda. Participó en la fundación de las Compañías de alumbrado de gas de La Habana y de Matanzas.
RUMOR DE TRAFICANTE DE NEGROS
Su enriquecimiento y la atribución, nunca comprobada, de ser propietario de una compañía naviera, fomentaron la creencia de que su fortuna se debió al tráfico de negros al que se dedicó en Cuba. Aunque nunca fue citado por los escritores e intelectuales de fines del siglo XIX y principios del XX, que alabaron sin reservas la filantropía y patriotismo de Ramón Plá, este rumor, sin apoyo documental, se transmitió pronto en Ferrol, recogido por la prensa y por algunos historiadores ya bien entrado el siglo XX. Esta espuria imputación de su riqueza fue fomentada por cierta clase dirigente que no veía con buenos ojos la creación por parte del noble ferrolano de una Fundación benéfica que permitía eludir el servicio militar a los hijos de familias modestas, en un escenario de abundantes guerras, como fue el período a caballo de los siglos XIX y XX, hasta que advino el servicio militar obligatorio.
En Febrero de 1850 falleció el padre de Ramón en Ferrol, donde vivía con sus hijos mayores, Francisco y María Francisca, mientras el resto de la familia residía en Cuba, donde los hermanos varones se dedicaban a diferentes negocios, su hermana Isabel contraía matrimonio y el propio Ramón cuidaba de su madre que allí vivía.
FIJA SU RESIDENCIA EN MADRID
Ramón Plá, después de forjar su fortuna en Cuba, se casó con Amalia Tresi Tresi, ciudadana de origen inglés, con la que viajó por Estados Unidos. El año 1860 el matrimonio se trasladó a Europa, continuando sus viajes por Francia e Italia, hasta fijar su residencia en Madrid. Afincado en la capital madrileña amplió la esfera de sus negocios, llevando a cabo operaciones inmobiliarias e inversiones bursátiles, para las que tenía una gran visión.
Sin interés en regresar a América, Ramón Plá ayudó a establecerse en A Coruña a su anciana madre y su hermana, entonces viuda con tres niñas de su matrimonio, pasando con ellas cortas temporadas en verano. El 12 de Diciembre de 1874 falleció Ramona Monge, asistiendo Ramón a su entierro en el cementerio coruñés de San Amaro. A continuación se acercó a Ferrol, acompañado de su sobrino Aquilino, hijo de su hermano del mismo nombre, con el que tenía una constante relación y que en aquel momento contaba diecisiete años. Esta es la única visita de la que consta que haya realizado a Ferrol, lugar donde apenas le quedaban relaciones personales, visitando durante su corta estancia de tres días a los pocos familiares que allí tenía.
Ramón Plá regresó a Madrid donde continuó sus negocios, invirtiendo en la bolsa y en operaciones de crédito y haciendo importantes préstamos al Gobierno, mientras recibía los intereses de sus valores y propiedades de Cuba, rentas valoradas en más de 70.000 duros de la época. En reconocimiento a su trabajo y laboriosidad en ultramar, el año 1875 se le concedió la importante condecoración de la Gran Cruz de la Orden Americana de Isabel la Católica. Accionista de la empresa del Gas de Madrid y del Banco Hipotecario de España, fue nombrado Consejero-Administrador del último entre los años 1885 y 1891. Fue también un importante accionista del Banco de España, siendo propuesto como consejero, negándose a ello por serlo ya del Banco Hipotecario.
Viudo de su primera mujer desde el año 1871, a los 55 años Ramón Plá contrajo matrimonio el 15 de Febrero de 1879 en Madrid con Faustina Peñalver y Fauste, agraciada joven de la clase alta madrileña. Faustina contaba 23 años de edad y era natural de Barcelona donde su padre, Nicolás Peñalver López, fue Regente de la Audiencia de Cataluña.
LA MUERTE DE SU HIJO Y LA FUNDACIÓN
Fruto de su segundo matrimonio fueron dos hijos varones. El mayor, Ramón, nació en Madrid el año 1880 y falleció a causa de una difteria laríngea el día 26 de Diciembre de 1889, cumplidos nueve años de edad, muerte prematura que produjo una fuerte impresión a su padre y que fue la causa de que Ramón Plá y Monge crease una Fundación Benéfica en su recuerdo. El hijo menor, Fernando, nacido en Madrid el día 30 de Mayo del año 1883, sería luego el heredero de su título nobiliario y diputado en Cortes por el distrito de Ferrol el año 1914.
TÍTULO DE MARQUÉS
Mediante un Breve expedido en Roma el 4 de Abril de 1884 por el Cardenal Chigi, el Papa León XIII le concedió el título pontificio de marqués, distinción honorífica otorgada a Ramón Plá y sus descendientes, “solo en la línea masculina de los primogénitos, con tal que sean hijos de legítimo matrimonio, que no apostataren nunca de la Religión Católica y perseveraren en la debida obediencia y respeto a la Santa Sede Apostólica”. Siguiendo las normas reglamentarias, Ramón Plá instanció al rey Alfonso XII, solicitando la autorización para el uso en España del título con la denominación concreta de Marqués de Amboage. Como era tradición en la diplomacia vaticana la distinción concedida por el Pontífice no expresaba su nombre específico, siendo norma habitual el utilizar algún vínculo familiar del interesado, por lo que Ramón Plá eligió el primer apellido de su abuela materna Andrea. El rey Alfonso XIII le concedió este permiso en fecha 21 de Junio de 1884.
Conocido en los círculos políticos e influyentes de Madrid, el Marqués de Amboage era persona distinguida por su reconocida modestia. Aunque vivía con las naturales comodidades, llevaba una vida alejada de la ostentación que le permitiría su gran riqueza, siendo muy estimado por su filantropía.
MUERTE Y TESTAMENTOS
Falleció en su domicilio del Paseo de Recoletos el día 6 de Septiembre de 1892 a consecuencia de una uremia aguda, cuando contaba 68 años de edad, disponiendo ser enterrado en el panteón que mandó construir en el cementerio de la Cofradía Sacramental de San Isidro de Madrid, lugar de entierro de la aristocracia, donde ya reposaban las cenizas de su hijo Ramón.
En Julio de 1889, siendo niños sus hijos Ramón y Fernando, redactó un primer testamento, en el que, después de aludir al capital logrado en Cuba, escribe que “encarecidamente encargo a mi querida esposa, que cuide de dar carrera a nuestros hijos y de hacerlos laboriosos, para que a pesar de la fortuna que les dejo, adquirida a fuerza de laboriosidad y desvelos, puedan saberla conservar y ser útiles a sí mismos, a la Sociedad y como buenos ciudadanos a la Patria”. La temprana muerte a los nueve años de su primogénito Ramón le afectó profundamente. Para honrar su recuerdo testó de nuevo, en Julio de 1891 y Junio de 1892, creando una Fundación Benéfica con el tercio de sus bienes de libre disposición, dejando un generoso legado para los pobres y para la redención de quintas de los mozos de su ciudad natal. Nombró único heredero de sus bienes a su hijo Fernando Plá y Peñalver, entonces menor de edad, reservando a su esposa Faustina Peñalver la propiedad de la legítima usufructuaria, con una renta líquida anual de 30.000 pesetas. Nombró albaceas universales de forma mancomunada a su esposa, Ricardo Gullón e Iglesias, Luciano de Murrieta, Marqués de Murrieta, Eduardo Sánchez Pita y su sobrino Aquilino Plá, residente en Madrid.
LA FUNDACIÓN
El testamento sienta las bases de creación de una institución privada, la Fundación Benéfica de Ramón Plá, en recuerdo de su primogénito. Dispuso que con los bienes de libre disposición, descontando los legados y los gastos de entierro y testamentaría, se instituyese una Fundación para redimir del servicio de las armas a los jóvenes de Ferrol y su jurisdicción, y, habiendo fondos sobrantes, los de A Coruña y la suya, con la condición de que los jóvenes estuviesen trabajando, incluso para sus padres o en provecho de la casa paterna. De forma previsora, Ramón Plá determinó que si fuese obligatorio el servicio militar, se entregase la cantidad de 1500 pesetas a cada soldado que regresase del servicio de las armas con “su licencia completamente limpia y honrosa”, siendo su deseo “evitar por este medio a muchos paisanos suyos que emigren de la madre patria y vayan engañados en pos de quiméricas riquezas a América del Sur, que consideran como nueva tierra de promisión”. Por último, disponía la distribución, “con preferencia a cualquier gasto o atención”, la limosna de 5.000 pesetas a cien pobres naturales de Ferrol, el día de San Ramón de cada año.
NOMBRE A LA PLAZA Y UNA ESTATUA
Fallecido Ramón Plá el 6 de Septiembre de 1892, las primeras noticias de su testamento llegaron a Ferrol a través de la prensa, causando un gran impacto en amplios sectores de la población, aunque los detalles de la creación de la Fundación Benéfica no se dieron a conocer hasta el siguiente Abril, por medio de un Testimonio expedido en Madrid. La satisfacción producida se reflejó en varios acuerdos municipales y actos públicos de agradecimiento, materializados a partir del año 1896 dando a una plaza el nombre del Marqués de Amboage, erigiéndole una estatua e instituyendo una fiesta local el día de San Ramón, onomástica del marqués.
Nada más conocerse el testamento del Marqués de Amboage y antes de constituirse de forma oficial la Fundación Benéfica de Ramón Plá, hubo una reacción positiva de la sociedad ferrolana ante la importancia que representaba para Ferrol. El 26 de Mayo de 1893 se aprobó en el pleno municipal una proposición firmada por el Alcalde, el conservador Ricardo González Cal, y varios concejales en la que se decía que “dados los beneficios que al Ferrol reporta el cuantioso legado del Marqués de Amboage, se propone que el municipio se obligue a perpetuar de modo indeleble la memoria del ilustre fundador”. Aprobada la moción por unanimidad, se formó una comisión para su desarrollo formada por el Alcalde y los seis tenientes de Alcalde en ejercicio.
Como resultado del dictamen de la comisión, la sesión municipal del 11 de Agosto de 1893 acordó rendir homenaje a la memoria del Marqués de Amboage, tomando por unanimidad unos acuerdos que sellaron la importante huella material y cultural que dejó Ramón Plá en Ferrol. Se acordó poner el nombre de Marqués de Amboage a la antigua plaza de Dolores y levantar en ella una estatua del mismo, iniciando una suscripción popular para allegar los fondos necesarios, encabezada con 5.000 pesetas por el Ayuntamiento. Se acordó también que todos los 31 de Agosto se celebrase una procesión cívica en la que tomaría parte el Ayuntamiento, la Junta de la Fundación Benéfica de Ramón Plá, los mozos del reemplazo anual y las comisiones invitadas, depositando una corona en la estatua del marqués. Los actos del primer año culminaron con la inauguración de dicha estatua, en un acto popular que tuvo lugar el 31 de Agosto de 1896, festividad de San Ramón. Con tal motivo se programaron unos relevantes festejos públicos, que en los años siguientes se constituyeron en las verdaderas fiestas de Ferrol.
ACTOS EN SU HONOR
El Alcalde de Ferrol, Demetrio Plá, publicó un bando para que los vecinos se sumasen a la Procesión Cívica, que saldría en la mañana del 31 de Agosto de 1896 de la Casa Consistorial, dirigiéndose por el Cantón de Molíns y la calle Real hacia la plaza del Marqués de Amboage, regresando por la calle Magdalena al edificio municipal. En el bando, se pedía que los espectadores dejasen libres las aceras de las calles, colocándose en bocacalles y portales, y que los vecinos de estas calles adornasen con colgaduras los balcones y miradores de sus casas. A las siete de la mañana de ese día entró en la ciudad el Ayuntamiento de Valdoviño, acompañado de un conjunto de gaitas y los mozos redimidos del municipio. A las nueve de la mañana llegaron al muelle de Curuxeiras dos vapores transportando a los concejales coruñeses y los diputados provinciales. Recibidos por una comisión municipal, se trasladaron a la iglesia de San Julián para asistir a la función religiosa en memoria del Marqués de Amboage, a la que asistieron las autoridades civiles y militares de la ciudad. A las once horas salió del Ayuntamiento la Corporación Municipal bajo mazas, acompañada de una nutrida representación de entidades y particulares, en lo que constituyó la primera procesión cívica de gratitud al Marqués de Amboage, para colocar una corona de flores naturales en la estatua del benefactor ferrolano.
La procesión abría su marcha con los niños del Hospicio, los alumnos de escuelas públicas y privadas, los mozos redimidos por la Fundación, el Centro Obrero con bandera, la Maestranza de Arsenales con su estandarte, comisiones de las Cámaras de Industria y Comercio, representantes de las sociedades recreativas y culturales, alcaldes de barrio, maceros y clarineros del Ayuntamiento, la Junta de la Fundación Amboage, concejales de los Ayuntamientos de Ferrol y A Coruña, el escultor Eugenio Duque, comisiones del Juzgado y Registro de la Propiedad, y Ayuntamientos de Valdoviño, Narón, Neda, As Somozas y Serantes. Seguía la presidencia del cortejo formada por el alcalde de Ferrol, Demetrio Plá, los diputados provinciales, el teniente de Alcalde de A Coruña, Fernández Miranda, y el párroco de San Julián, Luis Pinaque. Cerraba la comitiva los porteros de la Diputación provincial, alguaciles y guardia municipal de Ferrol y A Coruña y, por último, la banda de música de Infantería de Marina. Según la prensa de la época constituyó una impresionante manifestación, con una gran cantidad de público agolpada a lo largo del recorrido y en la propia plaza de Amboage.
Llegada la comitiva a la plaza de Amboage se descubrió la estatua del marqués para su inauguración. Desde el elegante templete levantado al efecto, el Alcalde de Ferrol y el Teniente de Alcalde de A Coruña pronunciaron sendos discursos, elogiando la figura y la filantropía de Ramón Plá, terminando con vivas al marqués y su familia, así como a ambas ciudades. Igualmente pronunciaron unas palabras de agradecimiento los operarios del Arsenal, Martínez Pazos y Felipe Sierra. El acto terminó con la colocación de coronas de flores en el pedestal de la estatua y el regreso de la procesión al Ayuntamiento. Finalmente, el Alcalde remitió un telegrama en testimonio de agradecimiento a la Marquesa viuda de Amboage, invitada oficialmente a los actos de homenaje pero que no llegó a desplazarse desde Madrid.