El Complejo Hospitalario Universitario de Ferrol se convierte en Hospital Cardioprotegido, tras la incorporación de cinco nuevos desfibriladores externos semiautomáticos (DESA), que se suman a los tres que ya había fuera de los ámbitos propios de las UCI, la Cardiología o de la Urgencia. El centro hospitalario, tras la cesión de estos cinco aparatos por parte de Urxencias 061, queda cardioprotegido con ocho desfibriladores en lugares donde se concentra la mayor parte de la población. Se trata de un proyecto innovador de los profesionales, que se presentó con una simulación aprovechando que se conmemoró el sábado el día Mundial del Corazón, y que añade valor a la prestación sanitaria que en este ámbito ya está establecida. Implica una atención inmediata en el primero minuto, que puede ser realizada por cualquier persona o profesional o, sea sanitario o no, enriqueciendo así la asistencia que ya se presta y apoya con los carros de parada que existen en los diversos pisos del Complejo.
Estos ocho aparatos que se añaden a la atención de la parada habitual se sitúan en puntos neurálgicos de los tres centros que conforman el Complejo: uno en la entrada principal y otro en el piso quinto de Traumatología, del Hospital Arquitecto Marcide; dos se emplazan en las consultas externas del Hospital Naval del Complejo, en el primero y en el segundo piso; y el quinto en el Servicio de Rehabilitación del Hospital Novoa Santos del Complejo. Estas cinco nuevas incorporaciones se suman al del Servicio de Psiquiatría ya existente en este mismo centro hospitalario; y a los del Servicio de Radiología y del Hospital de Día Oncológico, en el Hospital Arquitecto Marcide. Estos emplazamientos ofrecen así cobertura en zonas de tránsito habitual de la población enriqueciendo las coberturas que ya se producen con las zonas de expertos en estas materias, como UCI, Cardiología o Urgencias.
Aumento de la supervivencia
Los profesionales implicados en este proyecto -de Cardiología, de la Unidad de Cuidados Intensivos, de Urgencias y de Formación y Docencia- parten de la base de que los avances médicos, y en concreto en el ámbito de la Cardiología, han permitido un incremento de la esperanza de vida hasta hacerla una de las más altas del mundo. Pero la materia pendiente sigue siendo la parada cardiorrespiratoria y su alta mortalidad, que consigue el 90%. Cada minuto cuenta, ya que un minuto sin atención a la parada cardiorrespiratoria es un 10% de vida que se va perdiendo. Si se consigue concienciar a los primeros en intervenir cuándo se produce una parada, tanto población como profesionales, se consigue un aumento en la supervivencia del 30%.
“La parada cardiorrespiratoria de un paciente ingresado es una de las situaciones más críticas que se pueden vivir en un centro hospitalario; y la mitad se producen fuera de las áreas de críticos”, explican los coordinadores del proyecto. Existe la evidencia de que se puede reducir la mortalidad y las secuelas que causa esa parada si se mejora la respuesta y se propugna una estrategia basada en la implantación y mejora de la cadena de supervivencia.
Reconocer y actuar lo más rápido posible
Se trata de reconocer la parada cardiorrespiratoria y la activación precoz de los sistemas de emergencias; de iniciar de inmediato un masaje cardíaco de calidad; y de la desfibrilación temprana. Por eso, se proporcionan los desfibriladores en los pisos no habituados a enfrentarse a estas situaciones; información y carteles con pautas de actuación en el caso de parada, y algoritmos de parada cardíaca. Profesionales familiarizados con este proceso garantizan la formación continuada de los profesionales, que se suma a la formación y a la docencia que se imparte a lo largo del año en esta área sanitaria relacionado con la Parada Cardiorrespiratoria. En los últimos años, se han formado en Resucitación Cardiopulmonar básica cerca de 500 profesionales sanitarios y no sanitarios.
Proteger cardiologicamente el Complejo “simplifica uno de los puntos de la cadena de supervivencia, la desfibrilación temprana”; disminuye la angustia de los profesionales, al contar con un dispositivo que los guía durante el proceso de recuperación y que garantiza la desfibrilación efectiva cuando está indicada. Además, permite enfocar la atención en procedimientos que requieren intervención óptima, como un masaje cardíaco eficaz; mejora la satisfacción de los y de las profesionales al constatar iniciativas que facilitan su trabajo; y mejora igualmente la calidad de la asistencia a los pacientes.
La cadena de supervivencia implica cuatro pasos: reconocimiento precoz de la parada cardiorrespiratoria (persona inconsciente que no respira) y pedir ayuda a través del 061; intentar mantener a la persona con vida hasta que llega ayuda, mediante la Resucitación Cardiopulmonar precoz, para ganar tiempo, con, por ejemplo, el masaje cardíaco con compresiones en el centro del pecho a razón de entre 100 y 120 por minuto; la desfibrilación precoz, en la que se implicarían los DESA; y, por último, los cuidados postresucitación, para restaurar la calidad de vida. En definitiva, se procura con los DESA, la formación específica, y los algoritmos básicos, potenciar la posible actuación “desde el primer minuto para salvar vidas; que los y las profesionales tengan elementos básicos para poder actuar; y ofrecer un plus de protección a la población”.