Nuevos medicamentos

Las realidades sin control no suelen tener muy buen resultado, sobre todo cuando se trata de medicamentos. Internet está lleno de anabolizantes, viagras falsas y curanderos sin escrúpulos. El mundo de la marihuana, con su aceite de CBD y la controversia que persigue a esta sustancia, es un buen campo en el que comprobar las consecuencias que puede tener dar la espalda a determinadas tendencias y la gente que demanda una normativa que la proteja. Y es que la vulnerabilidad en que se encuentran los enfermos que, cansados de la medicina tradicional, buscan una alternativa menos “invasiva” o radical, debe ser atendida por los legisladores e investigadores. Si la marihuana es un medicamento, entonces debería ser tratado como tal, pasando los controles y ensayos clínicos necesarios. Esto tendría muchísimas implicaciones, desde su distribución y venta (¿se ocuparían las grandes farmacéuticas de lo que antes hacían pequeños productores o grandes narcotraficantes?) hasta la comprobación de su eficacia, que podría tardar años debido al amplio espectro de aplicaciones que ahora propugnan sus defensores. Y es que todavía no hay un consenso ni siquiera en eso. Dos estudios citados en el artículo publicado por la revista de la Asociación Americana de Medicina (JAMA) ponen en duda la eficacia de la marihuana en afecciones como la ansiedad o los efectos secundarios de la quimioterapia, y denuncian que, en un análisis de productos comestibles de marihuana medicinal, se ha descubierto que el nivel de cannabinoides de la etiqueta no era el real. En cuanto a la primera afirmación, lo que los investigadores concluyen es que se deben hacer más ensayos aleatorios, es decir, no niegan su eficacia sino que piden más rigor a la hora de afirmar las bondades de la marihuana, como ocurriría con cualquier otra sustancia. En cuanto a los problemas de etiquetado, como cualquier otro medicamento éste debe tener una posología, y es importante saber cuánta marihuana lleva esa galleta o esta infusión o este trozo de pastel si queremos ser rigurosos. En definitiva, se demandan más estudios, más investigación, más cuidado para los enfermos que escogen esta vía alternativa como terapia.