Multitudinaria y emotiva despedida a Carlota Allegue

carlota allegue                                                                       (María Fidalgo, una amiga)

Este lunes, día 2, tuvo lugar en Ferrol una de las despedidas más multitudinarias y emotivas de las últimas décadas, no sólo por la enorme afluencia de amigos y allegados que quisieron dar su último adiós a Carlota Allegue, sino por el intenso dolor y la gran emoción que se palpaba en el ambiente.

Personas de todas las edades mostraban una gran desolación ante su muerte sorpresiva, y sobre todo quisieron mostrar su afecto y amparo a la familia que deja atrás. Todo el mundo se volcaba en comentar la gran persona que era porque Carlota dentro de su cotidianidad era una mujer extraordinaria, madre extraordinaria, (un ejemplo para todas las madres escribia alguien), hermana extraordinaria, esposa extraordinaria, amiga extraordinaria… una de esas personas de las que hay pocas y que llevó su optimismo y su energía positiva a todos los ámbitos en los que desarrolló su vida: familiar, escolar, laboral y vecinal.

Carlota Allegue nació en Ferrol en 1967, hija de Teresa y Román, era hermana de Teresa, Angélica y Román Allegue Pérez. Estudió en los Reyes Católicos y en el IES Concepción Arenal… Se casó con Francisco José Barceló Quintía (Kiko),  pasó su vida entre Amboage y Canido, barrio en el que era apreciadísma… Tanto es así que Eduardo Hermida aseguraba este lunes conmocionado «El llanto y la tristeza se viven en cada rincón del barrio». Deja dos hijos adolescentes, Carlota y Pablo, y varios sobrinos Tábata, Andrea, Ainoa y Julia. También muchos comentaron que era de alguna manera una segunda madre de sus sobrinos y de los amigos de sus hijos. Descanse en paz.

Una amiga muy querida

Carlota fue una de mis mejores amigas de la infancia. Ella y sus hermanos están presentes en todos mis mejores recuerdos de antaño… Juegos en Amboage, fuegos de San Ramón, sesiones de playa, excursiones de moras, cumpleaños… Carlota siempre estaba alegre y muy pizpireta con esos ojos achinados y sus coletas siempre bamboleantes acompañando su eterna sonrisa.

Por circunstancias de la vida, estuvimos tres décadas sin vernos aunque supe siempre que seguíamos manteniendo intacto el afecto de antaño, algo que comprobamos recientemente cuando nos reencontramos esta Navidad y ella, aún teniendo turno de noche, no quiso perder la ocasión de acercarse y abrazarnos por tantos momentos compartidos. Me asombró que siguiera manteniendo esa frescura en la sonrisa que tenía cuando era niña y esos ojos que parecían tener luz.

Todas comentamos que tuvimos la misma sensación de no habernos separado nunca y sentimos la misma familiaridad de habernos visto ayer.

Hoy aún sabiendo que el dolor es muy intenso y su pérdida será irreparable, me reconforta pensar que Carlota se está reencontrando con su madre, con su querido hermano Román a quien llamábamos «Manchi», con mi añorado Carlocho y mi hermana pequeña. Seguro que nos estarán esperando en el desaparecido redondel de Amboage, en ese lugar mágico en el que reposan nuestros mejores recuerdos de niños.

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Un comentario

  1. Querida Maria: Es tan expresivo el texto de tu nota como la carita de buena persona de Carlota. A través de tan pocos renglones, nos parece haberla conocido de toda la vida. Una vez más me pregunto: ¿Por qué tienen que irse los mejores?. Mis condolencias y la seguridad de que estará en el cielo de las estrellas….