Reflexión pictórica local

Carlos BarconCarlos Barcón, de la Asociación Española de Criticos de Arte.

Vivimos, nos parece, una época muy dificil para la cultura. Esta dificultad se hace más patente por la manera en que la ofrecen algunos medios de comunicación, no todos, que por la coyuntura socioeconómica de una sociedad presa de la duda está cada día más movilizada por el ocio programado, ocio en el que la cultura es desgraciadamente el pariente pobre y particulamente en el dominio de las artes plásticas, con cargado acento en nuestra ciudad, donde desde hace mucho tiempo hay nido pictórico.

Ayer mismo una Catedrática de la universidad local, me hablaba asombrada de la gran cantidad de pintores que figuran en el censo artístico de Ferrol y su comarca, aunque me dejaba en el aire aquello de que…¿son todos artistas de verdad…?

Ya se sabe que en esta fauna hay artistas buenos, malos, regulares y hasta mediocres, especialmente viendo las últimas exposiciones, donde la gran mayoría de las muestras que se ofrecen son de tipo gregario. Es decir, los pintores, salvo dos o tres, o hasta cuatro posiblemente, no nos dan sino lecciones, mal preparadas de, a veces, profesores trasnochados, mal preparados y no aptos para atreverse a tener la osadia de ponerse a dar clases de pintura, incluso cobrando, y sin ningún titulo para poder ejercer. Los hermanos Llorca, Jorge, magnifico pintor y Guillermo, excelente profesor y escritor, en pleno arenal de Doniños, se lamentaban que  a pesar de haber luchado hace años para retomar el tema de la necesaria Escuela de Artes y Oficios en Ferrol, no fueron capaces de lograrlo.

En este conglomerado artístico, el público suele callar, contemplar e incluso algunas veces preguntar sobre obras ricas incluso en perfección formal, pero desprovistas de originalidad y sobre todo creatividad.

Ser «original», alguien ya lo ha dicho, no consiste en no imitar a los demás sino en ser inimitable.

En la mayor parte de las ocasiones hay que asistir a la galería de cuadros que copian exactamente, con exactitud de cámara fotográfica, las bellezas del paisaje comarcano, en obras reiteradas, monótonas, de paisaje lineal, burda transcripción de una naturaleza preñada de idénticos postulados o lastres resabidos… que constituyen la raiz principal de todos los árboles que forman el actual bosque pictórico local.

Pero la pintura es otra cosa, nos parece. Y por supuesto el gusto artístico otra cosa tambien, amén de que hablando de pintura en estos tiempos, cada uno de nosotros es o suele ser un crítico de arte en potencia y mientras no se demuestre lo contrario, de ella, entiende todo el mundo.

Lo que ocurre es que unos prefieren la pintura mala y otros la buena. Unos ceden sus preferencias a los cuadros cuya narración plástica resulta casi exhaustiva y otros dirigen esas preferencias al puro halago plástico y a los géneros de persuasiones espirituales que el cuadro pueda solicitar. Los primeros, claro, se quedan con el carácter «fotográfico» de la pintura, ya que para ellos la pintura solo es eso: reproducción, más o menos abreviada, de una determinada realidad. Si a esa reproducción le exigen, además, primores de oficio, no cabe duda de que a su manera –que acaso pueda ser superficial- son, suelen ser, entendidos en pintura, aunque ignoran que la esencia del arte radica en la creación, y que la reproducción se queda, a lo sumo, en buena artesanía.

Pintar todos pintan, y cada día más, pero no todos son pintores. Ferrol es posiblemente una ciudad de pintores. Pero acaso sería más verdad decir que Ferrol es ciudad de pintura, de vida pictórica, de sustancialidad, de esencialidad pictórica. Que una ciudad ….disponga de muchos pintores no tiene, a penas, importancia, lo que importa es tener Pintura.

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