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El fracaso de las negociaciones políticas posteriores al 20-D hizo que en este mes de junio coincidan el europeo de fútbol con las nuevas elecciones generales.
Pase lo que pase, el fútbol español está mostrando una eficaz evolución técnica de su juego, antes desarrollado por el centro, ahora más abierto y vertical fruto de la adaptación a las características de los jugadores para alcanzar el mismo objetivo, ganar una vez más el título continental.
En el ámbito de la política veremos cómo evolucionan los partidos en la adaptación al tránsito del bipartidismo al multipartidismo, nuevo espacio donde tratar de garantizar la gobernabilidad, la convivencia y solucionar los problemas territoriales y sociales. Mientras tanto, los populares y unidos-podemitas tensan el ambiente entre «yo o el caos» y «asaltar el cielo», respectivamente, en un imposible tránsito hacia un nuevo modelo de confrontación dual.
En estos seis meses transcurridos desde las fallidas elecciones, los objetivos políticos no han variado sustancialmente aunque con cambios en la composición del mapa político si las encuestas anticipan la realidad del 26-J. A la casi descontada imposibilidad de Mariano Rajoy para ser Presidente se unen las impredecibles consecuencias que provocarán en el seno del PSOE la pérdida de más votos y diputados. Los debates internos en ambos no van ser ajenos a las negociaciones políticas que se abran. Tampoco serán extrañas a ellas las diferentes inquietudes de los miembros de la coalición Unidos-Podemos en materia territorial o social sobre Iglesias.
Estamos ante una nueva complejidad política que requiere soluciones diferentes a las adoptadas hasta ahora. Populares y podemitas tienen tics de bipartidismo pero en las negociaciones que se abran para formar gobierno es importante el peso relativo de cada formación política. Y si no se enredan en si mismo, los socialistas tendrán mucho que decir, además de Ciudadanos.
Así como los protagonistas del fútbol español están consiguiendo evolucionar tácticamente con el objetivo del cetro europeo, está por ver la adaptación de nuestras organizaciones políticas a las inéditas circunstancias para garantizar la gobernabilidad.
